Hemos visto, en estos días, cómo el templo de San Francisco, una de nuestras mayores joyas históricas, recuperó su fachada y los tucumanos asistimos felices y orgullosos a este hecho de importancia: felicitaciones por el logro. Es que, con seguridad, el paso de los años y la falta de un adecuado mantenimiento ocasionaron su gran deterioro y hubo que clausurarlo por largos cinco años. Y no fue para menos, ya que creo, es la construcción más antigua de nuestro Tucumán. En 1785 los padres franciscanos se hicieron cargo del templo. Inicialmente este había pertenecido a la Orden de los Jesuitas, pero con la expulsión de los mismos de América en 1767 el templo había sido abandonado. Finalmente fue cedido a la orden franciscana, hecho que perduró hasta nuestros días. Sin dudas que la iglesia de San Francisco, con el correr del tiempo, pasó a ser un verdadero emblema de nuestra identidad tucumana: cultural, histórico, religioso y patrimonial. Sus muros fueron testigos mudos de nuestra historia. Por allí pasaron generaciones de tucumanos, religiosos y laicos. En la columna “Apenas Ayer”, de hace unos años, el gran historiador tucumano Carlos Páez de la Torre (h) escribía así en LA GACETA: “Es conocido que la escuela de frailes de San Francisco fue la más antigua que tuvo Tucumán”. Escuela de primeras letras y que luego se trasladó con la ciudad con Fernando Mate de Luna, primero a donde se encuentra la Iglesia de Santo Domingo para después ocupar un lugar detrás del templo de San Francisco. Allí se fundó en 1941 el colegio secundario San Francisco y un gran sacerdote, el padre José Félix Roldán, asumió su dirección por años hasta el día de su fallecimiento. Se cuenta que dicho sacerdote era muy querido por sus alumnos, y solía encabezar año tras año el desfile de su colegio en los días patrios portando con orgullo al lado de sus alumnos la bandera argentina. En la dirección del colegio ya se atesoraba la enseña que el general Manuel Belgrano había donado en 1812 a Tucumán. En 1989 San Francisco fue declarado Monumento Histórico Nacional. Yo me pregunto ahora: ¿Qué es un MHN? Pues bien, se define al mismo a aquel mueblo o inmueble como construcción u objeto de propiedad fiscal, municipal o particular que por su valor histórico debe ser conservado. Contando para ello con una protección jurídica especifica del Estado para su preservación y/o exhibición. ¿Y qué sucedió entonces con San Francisco? ¿Debieron desprenderse pedazos de revoque y escombros y visualizarse grietas peligrosas para comenzar a actuar? En diarios de la época (2018) se puede leer que Fray Lapierre había denunciado estos hechos alarmantes al gobierno y al municipio. Y que después de 60 días de no recibir respuesta oficial la iglesia fue clausurada. Lamentable. Este MHN se caía a pedazos y no se hacía nada oficialmente. Uno visualiza que si se viaja a países europeos se pueden apreciar en ciudades y pueblos que en los edificios antiguos siempre están presentes los consabidos andamios, y estos se van rotando de sector a sector para realizar su mantenimiento en forma permanente. Estéticamente no agradables, pero sí, creo, sumamente necesarios. Y no se ven a funcionarios realizando actos de presentación cada vez que se restaura una fachada o muro antiguo, o se corre el andamio de pared a pared. Se hace y es lo que cuenta, y eso es todo. Por favor, se necesita más humildad y trabajo en silencio, como lo hacía el padre franciscano Roldán que dejo el mejor recuerdo y su impronta positiva en generaciones de tucumanos que justamente pasaron por los claustros del histórico colegio San Francisco.

Juan L. Marcotullio                                 

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